Todos llevamos muchos sombreros. Para mí, algunos han sido directora de proyectos humanitarios, profesora de francés y español, au pair, mamá de tres niños educados en casa, inmigrante, voluntaria, promotora de lectura, consejera universitaria, traductora, creadora de pociones herbales y cuidadora de gallinas. Ahora también bailo y tejo mi sombrero de autora, una puntada a la vez.
En realidad, bajo nuestros sombreros vive un alma niña.
La mía se embelesa con atardeceres y florece junto a árboles y libros, atrapando ideas como mariposas.